La Estación Espacial Internacional es ahora una prisión. Nadie sale de ella y nadie sabe que existe. Cuando los terroristas presos toman el control de la estación y pretenden lanzarla sobre Moscú, sólo el piloto de la lanzadera y una doctora novata pueden detenerlos. El agente de la CIA que los acompaña no les pondrá las cosas fáciles, ya que tiene sus propios planes para la estación y los presos.